Autor: NemShiro.
Género: Shonen-ai, drama.
Tipo: Drabble, 910 palabras.
Original
-
Sí, voy a llegar tarde nuevo – susurré por la otra línea del
teléfono. - Lo siento.
-
Sí – se limitó a decir la otra voz secamente, como si se fuese a
quebrar en cualquier instante.
Nos quedamos en silencio varios
segundos, esperando que el otro dijese algo, pero que no colgásemos.
Ambos queríamos estar juntos, pero debido a mi irregular trabajo no
encontrábamos el tiempo necesario, y casi nunca tenía las noches
libres. No iba bien, nuestra relación no iba bien, iba decayendo
poco a poco, ni los gestos de amor, ni las sonrisas, ni las
conversaciones conseguían llenar el poco tiempo que estábamos
juntos. Sentí una ligera opresión en el pecho que iba acentuándose
segundos después.
Abrí
la boca para romper el incómodo silencio que se había formado, pero
justo en ese instante, él cortó la línea, dejándome como un tonto
boquiabierto con la palabra en la boca. Reprimí una maldición y
dejé el teléfono en la mesa, sintiéndome mal, muy mal por no ser
lo suficientemente cálido para hacerle sentir bien y completamente
lleno. Entonces, tuve un mal presentimiento.
Ya
no podía aguantar más, no podía soportar el curso que estaba
tomando la relación. El poco tiempo que pasábamos juntos él lo
pasaba escribiendo informes o haciendo trabajos pendientes y apenas
entablábamos conversación. La distancia entre nosotros se agrandaba
a cada minuto y él se limitaba a ser frío conmigo y a encerrarse en
su mundo. No aguantaba más, la relación no me hacia sentir lleno y
lo único que conseguía era sentir la amargura y una opresión en el
pecho que amenazaba con despedazarme, hundiéndome en mi propio
sufrimiento. Su presencia no conseguía mantenerme vivo, faltaba
algo. Algo que él no me daba.
Tenía
que terminar. Y lo tenía que hacer ahora.
Me
levanté de la cama y busqué la maleta que siempre guardaba en el
armario. Cuando la encontré, empecé a guardar mis pertenencias,
intentando contener las lágrimas que asomaban por las comisuras de
mis ojos, pero simplemente, no podía retenerlas, estas se deslizaban
por mis mejillas lentamente, pero sin detenerse.
Agarré
las últimas camisetas que quedaban, y con un resignado suspiro, las
guardé.
Mire
a mi alrededor, buscando algo más que se me pudiese olvidar, pero
solo di con un marco de fotos. Me acerqué a la mesita en la que
estaba y lo cogí para observarlo. Una lágrima cayó sobre el
cristal al ver la tímida sonrisa que tenía él en la foto, una
sonrisa que le obligué a poner haciendo mis tonterias. Aquella
sonrisa que me había servido durante tanto tiempo, pero que ya había
muerto.
Sentí
la necesidad de quedarme con ella, al fin y al cabo, seguro que él
no la iba a necesitar y la iba a tirar. Y yo, quería conservarla,
así que abrí el marco y saqué el fino papel que era la fotografía.
La puse dentro de la maleta, y después de varios intentos, logré
cerrar la cremallera.
Observé
el piso por última vez, la última vez que estaría aquí. No quería
marcharme, le amaba tanto... Pero ya era tarde. Este era el final.
Todavía
me acompañaba aquel mal presentimiento y no podía dejar de pensar a
qué se debía. Hacía que me inquietase y no pudiese concentrarme en
lo que tenía delante de la pantalla.
En
un intento de olvidar lo que me inquietaba, encendí la radio y me
recosté sobre el asiento, echando la cabeza hacia atrás y mirando
el techo. La música inundó la fría habitación. Cerré los ojos y
escuché la canción que sonaba. Una triste, triste canción que
contaba como una chica decidía cortar la relación con su novio por
un simple motivo: La distancia que se estaba creando entre ambos.
Sentí
como mi vista se volvía borrosa y dejaba de ver el techo claramente.
Me llevé una mano a la cara intentando saber qué era lo que me
impedía ver. Tenía dos lagrimones en la comisura de mis ojos. ¿Por
qué? ¿Por qué? Solo esa pregunta pasaba por mi mente una y otra
vez. Cerré los ojos y las lágrimas recorrieron mis mejillas. Le
necesitaba, necesitaba sentirle entre mis brazos, necesitaba sentir
su amor. ¿Cuándo fue la última vez que nos amamos? No lo podía
recordar y eso me provocaba un angustioso dolor en mi pecho.
Justo
entonces, mis cuerpo se movió insconcientemente. Mis manos agarraron
la bufanda y mis piernas caminaron saliendo de aquel triste lugar.
Cuando quise darme cuenta, ya andaba a través de la noche, con la
bufanda enrollada al cuello y la cara escondida debajo de esta, para
mantenerme en calor.
Me
detuve delante de la puerta, perplejo ante lo que veía delante mía.
En el umbral de la puerta, sobre la pequeña alfombrilla, estaba una
llave, la llave del apartamento. Sentí una punzada en el pecho al
cogerla, así que, temiendo cuál era aquel presentimiento, abrí la
puerta y me apresuré a entrar.
Vacío.
Esa palabra inundó mi mente. El apartamento estaba vacío, no estaba
él, ni su ropa, ni sus pertenencias. Estaba completamente solo.
Caminé lentamente, sintiendo como las lágrimas empapaban mi rostro
y el cuerpo me temblaba violentamente. Sobre la cama, en el rincón
que él siempre solía utilizar, estaba nuestro marco de fotos,
nuestro recuedo más preciado. Me senté en la cama y lo cogí, para
luego observarlo, pero ya no había nada. Lo enterré en mi pecho,
abrazándolo mientras soltaba un grito ahogado y lloraba
desconsoladamente.
Era
demasiado tarde.
Este drabble tiene ya bastante tiempo, casi dos años, diría yo. Ya lo he publicado varias veces en distintas páginas porque, sinceramente, me encanta. Es sencillo, corto y fácil de entender. Pero me encanta, no sé.
Espero que os guste.
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