miércoles, 8 de febrero de 2012

Demasiado tarde.

Título: Demasiado tarde.
Autor: NemShiro.
Género: Shonen-ai, drama.
Tipo: Drabble, 910 palabras.
Original



- Sí, voy a llegar tarde nuevo – susurré por la otra línea del teléfono. - Lo siento.
- Sí – se limitó a decir la otra voz secamente, como si se fuese a quebrar en cualquier instante.

Nos quedamos en silencio varios segundos, esperando que el otro dijese algo, pero que no colgásemos. Ambos queríamos estar juntos, pero debido a mi irregular trabajo no encontrábamos el tiempo necesario, y casi nunca tenía las noches libres. No iba bien, nuestra relación no iba bien, iba decayendo poco a poco, ni los gestos de amor, ni las sonrisas, ni las conversaciones conseguían llenar el poco tiempo que estábamos juntos. Sentí una ligera opresión en el pecho que iba acentuándose segundos después.
Abrí la boca para romper el incómodo silencio que se había formado, pero justo en ese instante, él cortó la línea, dejándome como un tonto boquiabierto con la palabra en la boca. Reprimí una maldición y dejé el teléfono en la mesa, sintiéndome mal, muy mal por no ser lo suficientemente cálido para hacerle sentir bien y completamente lleno. Entonces, tuve un mal presentimiento.


Ya no podía aguantar más, no podía soportar el curso que estaba tomando la relación. El poco tiempo que pasábamos juntos él lo pasaba escribiendo informes o haciendo trabajos pendientes y apenas entablábamos conversación. La distancia entre nosotros se agrandaba a cada minuto y él se limitaba a ser frío conmigo y a encerrarse en su mundo. No aguantaba más, la relación no me hacia sentir lleno y lo único que conseguía era sentir la amargura y una opresión en el pecho que amenazaba con despedazarme, hundiéndome en mi propio sufrimiento. Su presencia no conseguía mantenerme vivo, faltaba algo. Algo que él no me daba.
Tenía que terminar. Y lo tenía que hacer ahora.
Me levanté de la cama y busqué la maleta que siempre guardaba en el armario. Cuando la encontré, empecé a guardar mis pertenencias, intentando contener las lágrimas que asomaban por las comisuras de mis ojos, pero simplemente, no podía retenerlas, estas se deslizaban por mis mejillas lentamente, pero sin detenerse.
Agarré las últimas camisetas que quedaban, y con un resignado suspiro, las guardé.
Mire a mi alrededor, buscando algo más que se me pudiese olvidar, pero solo di con un marco de fotos. Me acerqué a la mesita en la que estaba y lo cogí para observarlo. Una lágrima cayó sobre el cristal al ver la tímida sonrisa que tenía él en la foto, una sonrisa que le obligué a poner haciendo mis tonterias. Aquella sonrisa que me había servido durante tanto tiempo, pero que ya había muerto.
Sentí la necesidad de quedarme con ella, al fin y al cabo, seguro que él no la iba a necesitar y la iba a tirar. Y yo, quería conservarla, así que abrí el marco y saqué el fino papel que era la fotografía. La puse dentro de la maleta, y después de varios intentos, logré cerrar la cremallera.
Observé el piso por última vez, la última vez que estaría aquí. No quería marcharme, le amaba tanto... Pero ya era tarde. Este era el final.


Todavía me acompañaba aquel mal presentimiento y no podía dejar de pensar a qué se debía. Hacía que me inquietase y no pudiese concentrarme en lo que tenía delante de la pantalla.
En un intento de olvidar lo que me inquietaba, encendí la radio y me recosté sobre el asiento, echando la cabeza hacia atrás y mirando el techo. La música inundó la fría habitación. Cerré los ojos y escuché la canción que sonaba. Una triste, triste canción que contaba como una chica decidía cortar la relación con su novio por un simple motivo: La distancia que se estaba creando entre ambos.
Sentí como mi vista se volvía borrosa y dejaba de ver el techo claramente. Me llevé una mano a la cara intentando saber qué era lo que me impedía ver. Tenía dos lagrimones en la comisura de mis ojos. ¿Por qué? ¿Por qué? Solo esa pregunta pasaba por mi mente una y otra vez. Cerré los ojos y las lágrimas recorrieron mis mejillas. Le necesitaba, necesitaba sentirle entre mis brazos, necesitaba sentir su amor. ¿Cuándo fue la última vez que nos amamos? No lo podía recordar y eso me provocaba un angustioso dolor en mi pecho.
Justo entonces, mis cuerpo se movió insconcientemente. Mis manos agarraron la bufanda y mis piernas caminaron saliendo de aquel triste lugar. Cuando quise darme cuenta, ya andaba a través de la noche, con la bufanda enrollada al cuello y la cara escondida debajo de esta, para mantenerme en calor.
Me detuve delante de la puerta, perplejo ante lo que veía delante mía. En el umbral de la puerta, sobre la pequeña alfombrilla, estaba una llave, la llave del apartamento. Sentí una punzada en el pecho al cogerla, así que, temiendo cuál era aquel presentimiento, abrí la puerta y me apresuré a entrar.
Vacío. Esa palabra inundó mi mente. El apartamento estaba vacío, no estaba él, ni su ropa, ni sus pertenencias. Estaba completamente solo. Caminé lentamente, sintiendo como las lágrimas empapaban mi rostro y el cuerpo me temblaba violentamente. Sobre la cama, en el rincón que él siempre solía utilizar, estaba nuestro marco de fotos, nuestro recuedo más preciado. Me senté en la cama y lo cogí, para luego observarlo, pero ya no había nada. Lo enterré en mi pecho, abrazándolo mientras soltaba un grito ahogado y lloraba desconsoladamente.
Era demasiado tarde.


Este drabble tiene ya bastante tiempo, casi dos años, diría yo. Ya lo he publicado varias veces en distintas páginas porque, sinceramente, me encanta. Es sencillo, corto y fácil de entender. Pero me encanta, no sé.

Espero que os guste.

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